Opinión

Published on agosto 7th, 2021 | by lavozsur

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Trabajadores eventuales, la herencia maldita

Desde hace décadas, los cambios de administración municipal con diferente partido político han representado una herencia maldita para Zapotlán, donde los propios ciudadanos son quienes pagan por esos empleados que poco a poco van engrosando la nómina municipal o lastimando las finanzas públicas con laudos laborales.

Según Transparencia Internacional, dos de las formas que adopta la corrupción son el favoritismo y el nepotismo, que se definen como el abuso de poder para favorecer a amigos, partidarios y familiares. Esta forma de corrupción se relaciona con el intercambio de favores que es una costumbre arraigada en algunas sociedades, incluyendo la nuestra, por lo que incluye prácticas que la población, o parte de ella, no considera como corrupción, pero históricamente ha representado un grave daño al erario público en nuestra ciudad.

Es justo lo que desde hace muchos años ha ocurrido en Zapotlán, pues cada que un nuevo partido político gana una elección y encabeza la administración pública municipal, el candidato triunfador tiene que pagar favores a quienes ayudaron su campaña o de una u otra forma apoyaron su proyecto político… la forma más sencilla de hacerlo es otorgando un puesto en el Gobierno Municipal.

La situación empeora cuando las administraciones duran dos trienios, pues los trabajadores crean antigüedad y vienen los laudos laborales.

Ya hemos manifestado en ocasiones anteriores nuestro desacuerdo con esos funcionarios que al terminar un periodo de gestión se aferran al hueso y al verse desplazados porque un nuevo partido político accede al poder optan por demandar al municipio.

Hay que aclarar que la inmensa mayoría de los laudos que enfrenta hasta la fecha el Gobierno de Zapotlán son promovidos por individuos que trabajaron en las administraciones panistas, muchos de ellos contratados en la gestión de Dagoberto Moreno Leal.

En ese sentido, hay que mencionar que hasta hace unos años, el Ayuntamiento de Zapotlán enfrentaba una deuda del orden de los 8 millones de pesos por concepto de laudos laborales y peor aún, el pago de laudos laborales es un gasto que no está contemplado en el presupuesto municipal.

También debemos recordar que algunas administraciones como la de Anselmo Abrica y Bertha Alicia Alvarez, decidieron dar de baja a cerca de 160 y 200 trabajadores respectivamente al acercarse el fin de su administración, pues la intención era no dejar problemas legales y económicos a las siguientes administraciones.

Con todo y esas medidas, varios de los empleados que eran eventuales decidieron demandar a la comuna guzmanense al verse desplazados.

Incluso, el propio sindicato de Trabajadores del Ayuntamiento de Zapotlán el Grande ha denunciado de forma pública que los presidentes municipales han entregado bases de trabajo de forma irregular, violando la Ley de Servidores Públicos del Estado de Jalisco.

Así que habrá que estar muy pendientes de que la administración que actualmente encabeza María Luis Juan Morales no caiga en ese sucio juego de dejar a los zapotlenses una herencia maldita, pues debemos recordar que en la década de los 90 el Ayuntamiento de Zapotlán tenía poco más de 300 empleados, y tres décadas después se está acercando a los dos mil.

Son esos empleados que quieren a toda costa volverse parte del patrimonio municipal a fin de estar en la nómina del ayuntamiento por el resto de sus vidas.

Es una clase política que solamente se sabe vivir del dinero público y presta pésimos servicios, y a su vez, impiden que lleguen a esos cargos personas capaces de resolver las problemáticas que nos aquejan.

Es una herencia maldita que varios alcaldes nos han ido dejando y que quiérase o no, representa abuso de poder, corrupción y falta de principios.

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