Breveriando – Petrificado en el Tiempo
Todo sigue así… tal como lo dejé tiempo atrás, ni un milímetro ha evolucionado en su aspecto y atmosfera, el mismo ambiente. El aire no se ha movido de donde lo dejé, también se respira igual que antes. Todavía se siente la misma sensación que cuando sacudía los deseos mágicos de mis juegos imaginarios, aún olfateo esos aromas que no han mudado de prenda; todo me provoca a pensar como ayer.
Aún veo donde me sentaba todas las tardes para soñar despierto, en el cual viajaba al futuro y al pasado; en ese momento la nostalgia hace lo suyo, me lleva de la mano a esos escondrijos que no conocí en aquel ayer, donde se desmoronan todos los recuerdos hasta que no pueden contenerse y sólo aceleren sus horas, para no frenar la marcha de recapitular cada período que acaricia con memorias mi nostalgia, que aún está fresca, dulce y crujiente.
Seguí respirando un poco más esos sucesos que se mantenían serenamente en la época de mi infancia, me tropezaba en cada uno de ellos, desperdigado en el ambiente del tiempo que parece no caminar más lejos.
Continua aquí, me olfatea, me observa y a veces me acecha, no me consume su imaginación que tanto me ha espiado por décadas, creo que me le he olvidado por alguna otra razón. Propaga recuerdos a diestra y siniestra, para dármelos en la boca en pequeñas cucharadas. Mientras tanto, el infante me mira detenidamente, buscando en las honduras de mis poros. Sí, soy el mismo en una parte del tiempo, creo que se ha sorprendido y sus ojos no alcanzan a procesar lo que están presenciando.
De mi niñez recuerdo el fantasma de un hombre de 47 años, no sé si se parecía a mí, pero no dejaba de observarme, me tenía horrorizado. Un día se desvaneció y no lo volví a ver jamás, tal vez era yo, mirando que no cometiera un error.
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