En el Interior de la Casa
Mis amigos y yo ya habíamos salido de la casa, esperamos un momento a que saliera el único que faltaba; mi hermano.
Él todavía sigue adentro y ha demorado mucho en salir.
Mientras esperábamos, se nos acercó un hombre con barba abundante y de aproximadamente cincuenta años, nos preguntó cuál era el motivo de estar afuera de la casa de la que habíamos salido minutos antes.
Primero recuperé el aliento y luego comencé a contarle lo ocurrido en el interior de la finca. Cuando terminé, miré de nuevo la puerta de la casa y noté el candado puesto en la cerradura. Un escalofrío recorrió mi cuerpo ¿quién puso ese candado? ¿cómo se supone que saldría mi hermano? No puede ser posible, nosotros entramos y salimos sin problema alguno ¿Quién demonios puso esa cerradura si hemos estado todo el tiempo afuera desde que salimos?
Con una titánica angustia me preguntaba a mí mismo qué estaría haciendo mi hermano y cómo lograría sacarlo de ahí.
El desconocido que había llegado minutos antes nos miraba atónito, sus ojos negros y profundos se volvían cada vez más grandes como si estuvieran a punto de estallar; entonces, nos contó la historia de aquel lugar.
Cuando terminó nos asustamos tanto que sentimos el frío de la muerte. Nadie recordaba que mi hermano todavía estaba dentro de ese lugar.
Cuando les pregunté sobre él, se me quedaron viendo sorprendidos, dijeron que mi hermano nunca había estado con nosotros, pensé que estaban bromeando, pero muy serios me volvieron a decir que mi hermano nunca nos había acompañado, que jamás había estado con nosotros.
Yo les insistí que fue el tercero en entrar a la finca, que él había venido conmigo. Ellos sólo me miraban preocupados, como si hubiera perdido la razón.
– ¿Entonces cómo se supone que entramos a la casa? – les pregunté molesto.
– Jamás entramos ahí y tampoco vemos al hombre con el que estás hablando- me respondió uno de ellos.
No supe que decir después, me asomé a la ventana de la casa abandonada para verificar que no estaba mi hermano. Para mi sorpresa no estaba él, en su interior estábamos mis amigos, el desconocido y yo.