La Quema de Libros en la Historia, un Atentado a la Libertad de Expresión, de Pensamiento y de Ideas
*”Donde se Queman Libros, al Final También se Acaba Quemando Gente” Heinrich Heine
En el museo de Historia y Tolerancia de la Ciudad de México hay un extenso espacio dedicado a la quema de libros y obras de arte que a lo largo de la historia han sido destruidos por aquellos que por una mentalidad dogmática se creían superiores racial, estética o políticamente, y que conducidos por el apoyo de las masas llegaron a los más altos niveles de barbarie y analfabetismo.
Por eso siempre que veamos arder un libro, una partitura o un periódico por motivos ideológicos, debemos pensar que su olor es el de la carne quemada; es el olor de la vanidad; la prepotencia y la intolerancia.
Desafortunadamente, a lo largo de la historia se han presentado hechos lamentables para imponer ideologías y mantenerse en el poder, imponiendo la censura e impidiendo la difusión de ideas independientemente de su origen.
En la historia de la humanidad han existido episodios lamentables que atentan contra la libertad de expresión, en el caso de los libros se creó un índice en el cual se reunían el conjunto de obras prohibidas; obras como las de Copérnico o Galileo; la crítica de la razón pura de Kant; o las obras de Descartes y Spinoza entre un largo glosario de autores.
Pero la barbarie de destruir ideas y pensadores no acabó ahí; hay que recordar las diversas quemas de libros que realizaron los nazis desde su ascenso al poder especialmente la de 1933 en la que se quemaron toda esa literatura “perversa” de autores judíos y de todos aquellos que se alejaban de la doctrina del partido.
Pero no solo fueron libros; también cuadros de Picasso o Dalí por considerarlos degeneradas obras burguesas alejadas del espíritu del pueblo nacional socialista.
Pero esta no fue la única persecución de artistas, ya que en la URSS muchos creadores fueron perseguidos por formalistas o vanguardistas; paradigmático es el caso Shostakovich o la huida de Prokofiev en el stalinismo y la persecución de pintores como Malevich; que hasta su llegada habían sido consagrados por el poder soviético.
Se tienen antecedentes de la quema de libros y asesinato de académicos en la China de Qin Shi Huang en el año 212 a. C.; muchos intelectuales que desobedecieron la orden fueron enterrados vivos.
Los libros de alquimia de la enciclopedia de Alejandría fueron quemados en 292 por el emperador Diocleciano.
En 333 Constantino I, mediante su Epístola a los obispos y los pueblos, ordenó quemar todos los escritos de Arrio y sus partidarios bajo pena de muerte para quien no cumpliera su mandato, estableciendo así un precedente que posteriormente seguirían otros emperadores cristianos.1
En febrero de 448, y tras una primera e infructuosa quema de las obras de Nestorio en 435, el emperador Teodosio II mandó dar a las llamas todos los escritos paganos críticos con el cristianismo, hecho escenificado al año siguiente en una gran quema pública de libros nocivos (entre otros, los de Porfirio o Teodoreto de Ciro), tras un edicto promulgado después de celebrarse el Concilio de Éfeso de 449.1
En el Año 1258, la gran biblioteca de Bagdad, conocida como la casa de la sabiduría fue incendiada por los mongoles luego de que estos consquistaran la Ciudad
A finales del siglo XV se produjo en Florencia una importante quema de libros y obras artísticas de considerable valor, considerados todos ellos inmorales, en la llamada “Hoguera de las vanidades”, promovida por Girolamo Savonarola.
Entre 1499 y 1500, se hizo la quema de los manuscritos granadinos, de la biblioteca nazarí de Granada, España, en la plaza de Bib-Rambla de esa ciudad, por orden del cardenal Francisco Jiménez de Cisneros.2
La quema de los manuscritos o códices mayas por el sacerdote Diego de Landa en la localidad de Maní (Yucatán) el 12 de julio de 1562.
La quema de libros de autores judíos durante el régimen nazi, desde 1930 hasta 1945 en Alemania.
Durante la guerra civil española se produjeron varias quemas de libros por parte de Falange Española el 19 de agosto de 1936 en La Coruña (con libros requisados de bibliotecas privadas como la de Casares Quiroga, la del Seminario de Estudios Gallegos y en las de centros culturales republicanos y obreros); el 30 de abril de 1939 se produjo una en la Universidad Central de Madrid.
En Argentina, la dictadura instaurada en 1943 cerró y quemó los libros de las editoriales comunistas.
La quema de Geografía de Cuba de Antonio Núñez Jiménez, texto para enseñanza incinerado por orden del gobierno de Fulgencio Batista en 1954.
Las declaraciones hechas por John Lennon en 1966 acerca de que los Beatles “eran más populares que Jesucristo” (en inglés, We’re more popular than Jesus now) ocasionaron que muchas personas que residían en el “Cinturón Bíblico” (Bible Belt) en los Estados Unidos se dieran a la tarea de quemar sus discos en señal de protesta a la declaración antes citada.
En la Argentina, a partir del golpe de estado del 24 de marzo de 1976 que dio inicio al proceso de reorganización nacional, se quemaron un total de 1 millón y medio de libros: Uno de estos casos ocurrió bajo las órdenes del general de división Luciano Benjamín Menénde.
En abril de 1979 durante la Batalla de Valencia los blaveros queman libros considerados “catalanistas” en la Plaza de Manises frente a la Diputación Provincial.
En 2015 el grupo terrorista Estado Islámico quemó unos ocho mil libros.
En 2017 el ministro de educación del Paraguay se ofreció a quemar libros para complacer a ciertos grupos “pro familia” y religiosos, indignados por la supuesta presencia de contenido sobre ideología de género en éstos.
En 2018 los filósofos y escritores Ernesto Castro y Miguel Ballarín celebraron “el funeral de la filosofía” con el reciclaje, la incineración y el entierro de libros clásicos de esta disciplina.
En 2019 un grupo de feministas quemó libros en la Feria Internacional del Libro de Guadalajara (México) para dar visibilidad a la situación de las mujeres y reivindicar sus derechos.
También el 1 de abril de 2019 un grupo de sacerdotes realizó una quema de libros en Polonia de obras como Harry Potter y Crepúsculo por considerarlas sacrílegas.
Por eso, debemos tener en cuenta que la tolerancia consiste en el respeto, la aceptación y el aprecio de la rica diversidad que nos rodea: las diferentes culturas de nuestro mundo, nuestras formas de expresión y medios de ser humanos; la tolerancia es la relación armónica de nuestras diferencias.
Practicar la tolerancia no significa tolerar la injusticia social ni renunciar a las convicciones personales, significa que toda persona es libre de tener sus propias convicciones y acepta que los demás tengan las suyas; significa aceptar el hecho de que todos los seres humanos tienen derecho a vivir en paz y a ser como son, sin importar la diversidad de sus creencias, su identidad o modo de vida.