Published on abril 3rd, 2016 | by lavozsur
0Punto por Punto, Sábado 2 de abril de 2016
*De rateros y policías de ficción
En Ciudad Guzmán ocurren al menos diez robos a negocios por semana incluidas las tiendas de conveniencia, además de numerosos atracos a casas habitación e interior de vehículos, pero a nuestras autoridades no les importa el tema y han permito que el problema siga creciendo en forma alarmante.
Al analizar los índices de impunidad que en la mayor parte del país llegan incluso al 98 por ciento, hay que recordarle a nuestros gobernantes que la seguridad pública se constituye como el deber de mayor importancia que busca proteger a una sociedad.
La seguridad pública no debe entenderse solamente como la lucha contra la delincuencia, sino también, como la búsqueda de condiciones adecuadas para que los miembros de la sociedad puedan desarrollarse en un entorno que les permita ejercer plenamente sus derechos.
Desafortunadamente, la administración municipal que inició hace seis meses, se ha olvidado por completo que su obligación y del gobierno estatal el garantizar la seguridad de las personas, su patrimonio y su estado de derecho.
Desde luego la irresponsabilidad en este sentido no es solamente del Ayuntamiento de Zapotlán el Grande, pues no hay que olvidar que entre las atribuciones de la Fiscalía General del Estado se encuentran el investigar todos los delitos del orden local y concurrentes, y perseguir a sus presuntos responsables ante los tribunales; con el objeto de esclarecer los hechos, proteger al inocente, procurar que el culpable no quede impune y que los daños causados por el delito se reparen.
Nada de eso está pasando, pues por un lado, la policía municipal ha sido incapaz de prevenir este tipo de delitos que afectan el patrimonio de las personas y lesionan la economía de la ciudad, ya que en las últimas fechas hemos visto como pequeñas y medianas empresas son saqueadas con total impunidad ante la indiferencia de nuestras autoridades.
Hay casos muy graves, donde una pequeña empresa que tiene en su planta laboral un promedio de ocho o diez empleados, de la noche a la mañana aparece sin computadoras o materia prima para sus operaciones, dejando a los propietarios sin posibilidad de seguir produciendo para generar el recurso necesario y lograr sostener a sus empleados.
Lamentable también resulta que las autoridades estatales y municipales se limiten solamente a elaborar un reporte de lo ocurrido y a levantar los hombros ante la angustia de la ciudadanía, olvidando por completo que es su obligación, como ya lo mencionamos líneas arriba, el garantizar la seguridad de las personas y su patrimonio.
Ya en otro tema pero también relacionado con la seguridad es el lamentable espectáculo que tanto el gobierno de Zapopan como la Fiscalía General del Estado están protagonizando al prestar equipo táctico y patrullas para elaboración de un video grupero.
No debemos olvidar que en Zapotlán el Grande ya se vivió una situación similar cuando indebidamente se prestaron las instalaciones de la Academia de Policía para la realización de un videoclip de rap, lo que derivó solamente en un escándalo sin responsables directos, a pesar de que el artículo 170 del Código Penal de Jalisco en el capítulo VII establece que la usurpación de funciones públicas o de profesión, y el uso indebido de uniformes o insignias lleva como pena de un mes a tres años de prisión y multa de cien a trescientos días de salario mínimo a quien use cualquier elemento de identificación al que no tenga derecho, que sea exclusivo de servidores públicos o personas que tengan carácter de autoridad.
Pero a las autoridades no les interesa; ellos tienen a su disposición los organismos de seguridad para que cuiden sus bienes y sus familias; los lamentables hechos que afectan a las empresas de la ciudad son una clara muestra del poco interés que nuestros gobiernos tienen por servir a la comunidad; piensan que ocultando los partes policíacos a los medios de comunicación se disminuye la estadística de robos, pero no es así y ellos lamentablemente están más ocupados en perseguir los reflectores que a los rateros.