Published on septiembre 26th, 2022 | by lavozsur
0Reparto de Décimas Anuncia Inicio de las Fiestas Josefinas
Tras dos Años de Pandemia, Participan Miles en el Tradicional Anuncio de la Festividad a San José
CIUDAD GUZMÁN, JAL., (ES).- El misticismo recorría las venas de Zapotlán el Grande. La chirimía, los chicotes y los cascabeles anunciaban la llegada de octubre, del mes de la celebración a San José el santo patrono de este municipio.
Las calles se habían cerrado en el primer cuadro de la ciudad. Más de 2 kilómetros estaban despejados para el paso de danzantes, feligreses, mayordomos y la comunidad religiosa de esta localidad que le guarda gran cariño a San José para que los proteja de los temblores, esos que como hace 200 años aquejan de nuevo a la comunidad.
Ya eran las 4 de la tarde cuando el caos vial se percibía desde el interior de la ciudad, los carros rodeaban, la gente se apresuraba y los taxis recogían a personas que se dirigían presurosas al Santuario, ya era tarde y no había camión urbano que pudiera aventurarse por la zona. En el templo ubicado sobre avenida Reforma ya estaba una banda de música alegrando al pueblo, los danzantes habían tomado camino por la avenida, animosos, resistentes, aún con el cuerpo emocionado de brindar su esfuerzo al Santo Patrono de Zapotlán.
Las calles se recorrían con esfuerzo, pues grupos de personas se amotinaron en las banquetas, ponían sillas, tomaban alcohol, fotos, videos y todo lo que evocará un recuerdo de esta festividad en el futuro. “Mira, siéntate porque ahí viene el diablo con su chicote y se lleva a los niños”, decían los padres a sus hijos, mientras los muchachos con máscaras de demonio movían su chicote para abrir paso la peregrinación. “¡Acá! ¡Acá!” Gritaban los espectadores cuando pasaba la camioneta de la mayordomía lanzando las décimas, la gente brincaba y suplicaba, se divertía al cachar la décima e incluso, hubo una señora que se entregó tanto a labor de alcanzar éste programa que terminó en el suelo “pero valió la pena, ¿eh?” le dijo su esposo entre risas, mientras la levantaba del piso.
Al final de la peregrinación, las imágenes de San José y la Virgen, adornadas con flores amarillas y verdes, con plantas de mazorcas, con el sonido de una banda de música y el “¡Qué viva San José! ¡Viva la Virgen María!” del pueblo emocionado.
Entre los zapotlenses, un hombre mayor se encontró a su amigo que danzaba y le gritó “¡Seguro que con esto ya no tiembla!”. Rieron, chocaron las manos y se abrazaron. El sudor de los danzantes ya transparentaba sus camisas blancas, sus caras de agotamiento no obedecían a sus pies entregados a la danza, ni los charcos, los baches o los fotógrafos detenían su andar, su rutina de danza practicada desde hace más de tres meses.
En los Portales un niño que danzaba se encontró con su madre entre el público “¿Ya estás cansado?”, le preguntó la mujer al niño de 8-10 años. “Sí, mami” dijo segundos antes de recargarse en el estómago de su madre para llorar. “Ya vamos a ir con tu papá y te compramos una nieve, ¿si?”, respondió la mujer. Al final, en la Catedral la fiesta apenas daba inicio, se otorgaba ponche en los cantaritos, se daban décimas a los feligreses suplicantes, Zapotlán el Grande, el místico, el diverso.
Esta vez, el temblor no fue consecuencia geológica, esta vez, Zapotlán temblaba por la danza de más de miles de personas rindiendo homenaje a San José y anunciando el comienzo de estas fiestas que se realizan en su honor, para que nos siga protegiendo de los temblores.
Por Ana Laura Orozco