Historias de la Región – Huescalapa, un cerro con fósiles y un pueblo español
¿Te has preguntado qué significa la palabra “Huescalapa”?, esa localidad ubicada en el municipio de Zapotiltic. Aquí te lo contamos.
En 1809 Felipe Sánchez, aristócrata español, llegó a Zapotlán para tomar posesión de las tierras heredadas por su tío fallecido.
Después de instalarse, salió rumbo al Camino Real de Colima y muy rápido encontró la entrada a sus terrenos, delimitados por dos grandes columnas de piedra con un portón de madera.
El rancho era llamado “Lapa”, nombre dado por el cerro contiguo donde hasta la fecha se pueden apreciar la gran cantidad de restos moluscos fosilizados en las rocas más altas. Trabajadores que extraen rocas para hornos de cal han encontrado enormes restos de peces fosilizados. Ese cerro fue alguna vez un arrecife de coral sumergido a metros bajo el nivel del mar.
Esa era la herencia, más de 10 mil hectáreas. El nuevo dueño dijo que aquel lugar era en extremo parecido a su pueblo de origen en España, llamado “Huesca”, así que decidió cambiar el nombre de Lapa a Huesca.
Huesca es la capital de la comarca de la Hoya de Huesca, a la cual pertenece su municipio. Desde la ciudad se puede ver la sierra de Guara, la cual cuenta con una gran montaña cuya cima llega a los 2 mil 77 metros de altitud, por eso también es conocida como “la puerta de los Pirineos”.
Similar al Nevado de Colima, en invierno esta montaña se cubre de nieve resaltando sus hermosos bosques. Esta montaña se llama “Pico de Guara”.
Felipe Sánchez compra una antigua casa en Zapotlán para ahí residir y dirigir de cerca su enorme propiedad. Al paso del tiempo nadie quería adoptar el nombre de Huesca, todos la seguían llamando Rancho Lapa.
Años después Don Felipe remodela el rancho y construye una finca más grande, es ahí donde se le ocurrió fusionar los dos nombres con los que se llamaba aquella zona, para por fin colocar un letrero de piedra en donde iniciaban sus tierras al paso del Camino Real de Colima, el cual señalaba: “Rancho Huescalapa”. Y fue así como todos adoptaron aquel nombre.
Don Felipe, viejo y cansado, vendió los terrenos en 1839 a su amigo Benito Gil, también de ascendencia española.
Para el año de 1846 registra oficialmente el rancho como “Hacienda Huescalapa” y realiza la construcción de la misma finca que actualmente funge como colegio. Para cuando termina de crecer la propiedad, años más tarde, ésta contaba con 22 mil 133.20 hectáreas.
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