Published on octubre 19th, 2019 | by lavozsur
0Historias de la Región – Zapotlán tomada por los Insurgentes
La toma de Zapotlán durante la Independencia y la valentía de dos indígenas
En 1810 Zapotlán era una comarca de 10 mil habitantes. A finales de septiembre se esparció el rumor de que un grupo dirigido por un cura se había levantado en armas contra España.
El 1 de noviembre un contingente dirigido por José Antonio Torres hijo y Rafael Arteaga ingresaron al pueblo, liberaron al ayuntamiento de la dirección virreinal y obligaron a que criollos y españoles huyeran.
Los insurgentes regresaron el 10 de enero de 1811 para tomar posesión. Sus acciones comenzaron a generar repudio, pues incautaban las propiedades de los europeos, saqueaban las casas de los pudientes, robaban tiendas y haciendas.
También realizaban extorsiones a todo aquel que aparentaba tener un poco de dinero: les pedían prestado, pero nunca les pagaban. Y las monedas no eran para alimentar y vestir a su gente, pues en donde se plantaban los pobladores debían mantenerlos.
En Zapotlán todos comenzaron a hartarse de su presencia, más las mujeres quienes pasaban todo el día moliendo nixtamal y haciendo tortillas para las tropas insurgentes.
Por esos días se presentaron ante los independistas dos indígenas llamados José Anastasio y Juan Bautista, quienes insistieron en unirse a la lucha y fueron llevados por el vicario José Antonio Barreda.
A los dos hombres les dieron la tarea de cuidar con su vida una carreta cargada con los frutos de sus saqueos y préstamos.
El 17 de enero de 1811 Miguel Hidalgo fue derrotado por los realistas en Zapotlanejo. Rápido llegó la noticia y Zapotlán vio una luz para que sus invasores los abandonaran.
El 20 de febrero José de la Cruz Moya fue nombrado gobernador de la Nueva Galicia. De inmediato envió soldados a aplacar la rebelión en el Sur de Jalisco.
Los insurgentes se desplazaron a la hacienda La Cofradía, con el liderazgo de los tamazulenses Francisco y Gordiano Guzmán.
A Anastasio y Juan Bautista les pidieron esconder el botín; ellos lo guardaron en un cántaro para llevárselo. En su regreso a Zapotlán, fueron aprehendidos, torturados y ejecutados. Los colgaron en el antiguo camino donde hoy están las calles Manuel M. Diéguez e Ignacio Mejía.
Nunca confesaron dónde estaba el tesoro. Sólo expresaron: “Busquen el cántaro en el cerro aquel donde se pone el sol”. Esa montaña fue bautizada como “Cerro del Cántaro”, se sabe que es un volcán extinto que se halla a un lado del Nevado de Colima.