Published on agosto 29th, 2020 | by lavozsur
0Miedo en la noche
Mientras mi familia cenaba en la casa de mi recién difunta tía Luciana, el silencio ahondaba la casa porque el luto cerraba nuestros labios y el ánimo ya estaba bien desvanecido.
De repente, mis primos salieron corriendo de su habitación, ese lugar donde ella había muerto y que no había sido abierto desde entonces.
Sus rostros reflejaban un espanto que jamás había visto, les costaba hablar, respirar o seguir en esa casa.
Esa mañana habíamos enterrado a la hermana de mi madre, la noche en que murió los vecinos escucharon gritos y maltratos, sin embargo, al día siguiente mi tía solo tenía marcas de asfixia ¿Sospechosos? Ninguno.
Por alguna razón extraña, ninguno de mis familiares quiso hablar del tema. Mis primos se marcharon, y yo, que vivía con ella, me llené de intriga sobre los recientes acontecimientos. ¿La habrán visto? Yo quería verla, decirle que la extrañaba ¿Les habría contado algo? Yo quería escucharla una vez más.
Debo decir que al mismo tiempo mi propio terror me obligaba a caminar en las profundidades de la incertidumbre.
Entonces decidí ir yo sólo a la habitación donde pasó sus últimos minutos de vida, me paré frente a su pieza y esperé, pensé que sería agradable si ella abría la puerta en señal de bienvenida, pero no lo hizo.
Así que introduje la llave en el cerrojo, di vuelta a la izquierda y se abrió con suavidad haciendo un pequeño sonido. Encendí la luz y todo se encontraba tal como lo dejó la tía, sin embargo, había un silencio que me estremecía.
Miraba con atención en todas las direcciones de la alcoba, pero no había nada. Me senté en la orilla de su cama, como lo había hecho muchas tardes atrás, y aunque esperaba expectante que sucediera algo tétrico no escuché más que mis respiros nerviosos.
No entendía que fue lo que les asustó tanto a mis primos, todo era un silencio absoluto y serenidad profunda, incluso, su perfume seguía aquí, paseándose alrededor de mí.
Me levanté de la cama y abrí el ropero en busca de uno de sus suéteres, dentro encontré aquello por lo que los niños salieron despavoridos, era algo para lo que no existían palabras que pudiera describirlo, pues parecía provenir de otra dimensión.
Decepcionado por no encontrar a mi tía, decidí retirarme y en el momento que a pagué el interruptor de la luz y abrí la puerta para salir, de súbito sentí que me tocaba una mano muy fría detrás de mi hombro, di la media vuelta y vi a esa cosa que estaba seguro había estrangulado a mi tía.