Punto por Punto; 4 de mayo de 2019
* Mucho rollo y pocas acciones, en el Plan Nacional de Desarrollo
La presentación del Plan Nacional de Desarrollo (PND) 2018-2024 muestra que el proyecto de gobierno de la “Cuarta Transformación” se quedó corto en ideas, pues plantea principalmente el discurso que venimos escuchando desde hace seis meses, pero ya es hora de dejar de lanzar culpas y entrar de lleno a las acciones.
Y es que si bien el discurso mediático del presidente López Obrador ha servido únicamente para mantener al país distraído en temas menores, es claro que no se tiene una idea concreta para resolver los grandes problemas como seguridad, empleo, combate a la pobreza y desarrollo económico.
Ya incluso el tribunal mañanero donde se señalan culpables que parece no van a ser castigados, donde se desacredita y se rebaja a toda persona que se atreva a cuestionar las acciones de la 4T para exponerlo al linchamiento de sus seguidores, se está volviendo intrascendente, pues los ciudadanos quieren ver acciones cristalizadas, la mejoría por la cual votaron.
Hay que mencionar que el PND en su presentación incluye una larga narración histórica que abarca el primer antecedente de este documento, remontado al Plan Sexenal de Lázaro Cárdenas que se utilizó en la campaña presidencial, y además una enorme lista de los errores y abusos cometidos por los políticos que nos gobernaron desde hace 36 años.
También se critican las aperturas comerciales, los programas sociales, los tratados internacionales y el hecho de que los gobiernos postrevolucionarios en vez de recurrir a una nueva constitución se dedicaran a realizarle reformas a la ya existente.
“Todo lo hecho por los anteriores gobiernos está mal y fue malo”, pues sólo el nuevo Plan Nacional de Desarrollo “recoge los sentimientos del pueblo, pondera el bienestar y resalta el combate a la corrupción”.
Lo cierto es que el “nos dejaron todo mal” ya está pasando de moda, pues llevan seis meses al frente del gobierno federal, tiempo suficiente para al menos dar señales der que las cosas van a cambiar y serán mejores.
El ejemplo más sencillo es cuando se le dice al conductor de un auto que maneja muy mal, nos entrega las llaves y nos pone al volante, pero en vez de conducir le seguimos diciendo que maneja pésimo, no encendemos el vehículo y solamente seguimos señalando el mal manejo cuando tenemos la gran oportunidad de demostrar que somos mejores conductores.
Es probable que por ese motivo la percepción ha ido cambiando poco a poco, pues esta semana las cifras de la encuesta trimestral GEA-ISA indican que el 24 por ciento de la población no aprueba la gestión del presidente y sólo el 37 por ciento piensa que es capaz de resolver los problemas del país.
Ahí están también los propios números del INEGI, donde se reportó que el Producto Interno Bruto cayó 0.2 por ciento en el primer trimestre del año, y según los expertos, ha sido el peor arranque de una administración desde hace 20 años cuando se registró el llamado “error de diciembre” al iniciar el mandado de Ernesto Zedillo.
De igual manera se ha reportado una desaceleración económica y una disminución en la tasa de empleo a nivel nacional, creada principalmente por la incertidumbre que provoca la actual administración. Lo mismo ocurre con la promesa de crecimiento del 4 por ciento, que al cierre de esta edición fue descartado por la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE), quien dijo que para este año alcanzaremos solamente el 1.6 por ciento (2.3 en 2017; 2 en 2018 y 1.6 en 2019).
Es una gran verdad que la sociedad mexicana estaba harta de la corrupción, el derroche y la ineficiencia de sus gobernantes, pero esos males no pueden ser reemplazos con simples acusaciones a sus antecesores y promesas que la fecha no han sido cumplidas.
Al inicio de su gestión el mandatario expuso reiteradamente que en su gobierno las acciones serían demostradas con hechos, no palabras, así que ya va siendo hora de que veamos esas acciones cristalizadas y de que el prometido cambio sea verdadero… que las propuestas se cristalicen y sean progresivas, no regresivas.
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