Published on mayo 19th, 2018 | by lavozsur
0Punto por Punto; Sábado 19 de mayo de 2018
*Marcas desgastadas, falsas marcas y guerra sucia
La marca es una señal que permite identificar algo y darnos información sobre un producto o persona, y en el caso de los partidos políticos, es el símbolo de su desempeño y honestidad al frente de una administración de gobierno. Por ello, hoy en día se dice al interior de varios organismos que su marca está muy desgastada, pero no debemos guiarnos sólo por eso, pues es claro que las organizaciones políticas de moda están llenos de esa basura política que ha migrado a los nuevos institutos.
Es así como la tónica en estas campañas es mezclar marca y mercadotecnia, mostrar el logotipo de partidos con reciente creación y vender la idea de que son totalmente diferentes, donde abunda la honestidad y los hombres que quieren transformar su entorno.
Así las cosas, con la marca posicionada entra el mercadeo y buscan mostrar un país donde la política está quebrada, sin valores ni referentes, con un pragmatismo salvaje, donde no importa el pasado y la historia, sino la hiperventilación de la ambición por la conquista del poder.
Por eso hay que dejar muy en claro que el cambiarse de partido, o incluso competir por la vía independiente, no es una señal absoluta de honestidad y buen comportamiento, los electores debemos analizar detenidamente el desempeño de quienes compiten hoy por un cargo de elección popular; si en su trayectoria personal, profesional y cargos públicos se han comportado de forma honesta, si han mostrado entrega y deseos de mejorar su entorno, porque hoy en día el decir que son los mejores por pertenecer a los partidos de reciente creación no nos garantizan ese buen comportamiento.
También debemos analizar la viabilidad de los políticos improvisados, esos que de buenas a primeras deciden competir por un cargo público sin más experiencia que la de tener un compadre en algún partido y se sienten con suficiente preparación para representar a miles de personas.
Esos no son más que políticos improvisados, no se puede concebir que de buenas a primeras un futbolista, un artista o hasta un stripper busquen ser representantes populares pese a su escasa preparación intelectual. El país, el estado y la región merecen gente preparada y no candidatos por ocurrencia.
Levantar la mano y decir que son los mejores ya no es suficiente, afirmar que son los más honestos por ser de izquierda o derecha (aunque los principios en ambas ideologías están perdidos) ya nadie lo cree, hay que demostrar que su trayectoria es intachable, que hay trabajo en busca del bien común y que se tiene la experiencia suficiente para representar a una comunidad; de lo contrario, las promesas se van a quedar en aire.
Ya en otro tema, hay que darle otra pasadita al asunto de la guerra sucia; no es posible que los candidatos no tengan propuestas de trabajo y esa incapacidad la quieran suplir con ataques a sus adversarios.
Zapotlán es el más claro ejemplo de cómo ganar o conservar el poder político implica una buena dosis de astucia, creatividad e inteligencia, pero hay partidos y candidatos que no cuentan con esas virtudes y se vuelcan a las campañas negativas, cuyo objetivo central es vencer a los opositores, pero ya lo hemos dicho en ocasiones anteriores: despertar la ira de los electores puede provocar una situación de gran tensión que en determinado momento puede volcarse hacia los propios atacantes.